El arte marroquí de bordar: espejo de la civilización
Número 39
Zubair Mahdad – Marruecos
La arquitectura se compone de dos componentes que son el estilo de construcción, que se define con dimensiones y estructuras para ejercer la función por la que se creo, y el arte decorativo, que hace que las diferentes materias como madera, mosaico y colorantes, se completaran y se armonizaran con barro y piedra para obtener al final una obra maravillosa. Por eso se asociaron los dos componentes (construcción y decoración) a través de la historia humana bajo los auspicios de arquitectura, que fue testigo a través de los siglos del gusto artístico y estético de la gente. La belleza en la arquitectura, se consigue con la armonía entre los elementos de la construcción y sus componentes que se combinan en un tejido de entonación solida, que permanece a lo largo del tiempo como testigo de la creación de la época y una historia de la época en que se levanto la construcción.
Lo mismo el arte de bordar, arte de adornar tejidos con costura. Es un arte muy antiguo, se practico en muchas civilizaciones, haciendo de un trozo de tela de poco coste, un cuadro de gran valor.
No es ni extraño, ni excitante que un investigador descubra en la civilización de Marruecos y en su cultura la asociación de las dos artes y dejarse influir el estilo de tejido por el estilo de construcción. La arquitectura y el arte de bordar, son el espejo de la civilización, y las dinastías que alternaron el poder en Marruecos, se empeñaron cada una en dejar sus huellas claras en la arquitectura, y pudo lograrlo a través de las numerosas construcciones que llenan las ciudades de Marruecos, y que aún siguen levantadas enteras o parte de ellas. La influencia de estas huellas, traspasó la arquitectura para alcanzar el maravilloso arte de bordar femenino.
El bordado aunque es un término de amplia escala, propio de productos de tejido como ropa, mobiliario o cortinas, es un arte femenino con distinción, interesa la ropa femenina en mayor grado y la masculina en menor grado, y se considera uno de los importantes componentes del patrimonio cultural nacional.
La vida sedentaria, que se distingue por delicadeza y holganza, sella las indumentarias, los componentes de las casas, las artes y las profesiones tradicionales, igualmente aquellas que se extienden por los mercados o las que circulan entre las mujeres. La vestidura de la gente masculina o femenina en las ciudades, tiene un sello que la distingue de la vestidura de los aldeanos. La vestidura en las ciudades, esta adecuada a la naturaleza de la vida sedentaria, fácil y elegante, predominada por delicadeza, preciosidad y variedad en diseño, adorno, tintorería e incrustación. Sobre todo cuando los mercados de las ciudades y sus comercios, ponen a disposición de la gente estos productos, sus componentes y la materia prima con que se fabrican, además garantizan centros de formación para las que desean aprender el oficio, lo que colabora en el desarrollo del oficio y en su conservación.
En la era moderna, la aparición de la maquinaria y el desarrollo de las nuevas técnicas, condujeron a una evolución en las técnicas del bordado en el mundo entero. Puesto que esta nueva maquinaria, abrió el espacio para el desarrollo de este arte y concedió a los artistas que lo practican más libertad para la creación, innovación e imaginación, obteniendo como resultado, piezas que unen la belleza del oficio y la pureza del trabajo, a nivel de cantidad y calidad. La vinculación del arte de bordar con el arte de diseño y dibujo, tuvo un efecto visible en ese desarrollo. El bordado se basa sobre un proyecto diseñado, sobre una mezcla de colores, sobre imaginación y formas artísticas para obtener al final una pieza bordada, que goza de aceptación y admiración.
Más que eso, la maquinaria rebajó de un modo notable el coste de la producción en comparación con la producción manual tradicional, que está en peligro de desaparición, por el motivo del alto coste y la carencia de la verdadera mano de obra que trabaja el bordado.
El bordar a máquina, no se puede comparar con el bordar a mano en belleza y perfección, por eso siguen aun algunos y algunas artistas en muchas ciudades de Marruecos, resistiendo a la desaparición de este arte, acusando a la maquinaria del sabotaje de esta antigua profesión artística y los auténticos modelos tradicionales, llevando la antorcha de la salvación de este antiguo patrimonio, trabajando y dedicando su tiempo al bordado a mano en fidelidad a este arte, formando y haciendo prácticas a los interesados en aprender los secretos de esta profesión, para satisfacer los gustos que aman el patrimonio. La fidelidad al patrimonio cultural y a la identidad, fue un factor decisivo para que las mujeres en las ciudades y las aldeas de Marruecos, conservaran la memoria cultural nacional, a través de enseñar y transmitir estas profesiones y artes a las generaciones sucesivas a través de siglos.
Los tejidos tradicionales marroquís, no representan solamente piezas para el adorno, sino que son un mundo lleno de símbolos y un documento que examina con gran precisión los efectos culturales que se interaccionaron sobre el suelo de Marruecos, punto de encuentro de las grande civilizaciones. Estas industrias fueron espejo de una antigua cultura, arraigada en la historia, y reflejo de las tradiciones locales heredadas a través de generaciones.